Una experiencia transformadora
Julieta Lavin.
Cinco años atrás inicié mi carrera doctoral para dar formalidad a aquella vocación que descubrí haciendo mi tesis de grado en la Licenciatura en Nutrición de la UNC: la investigación. El Doctorado en Ciencias de la Salud fue la puerta de entrada al mundo académico-científico, aunque también posibilitó experiencias personales transformadoras.
Cursos como Metodologías de la Investigación, Historia y Epistemología de las Ciencias de la Salud o Epidemiología; una estancia en la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Sao Paulo, Brasil; cursos del Módulo Específico en otras universidades de Argentina como la Universidad Nacional de Lanús; permitieron no sólo incorporar conocimientos teóricos y metodológicos como herramientas para la práctica científica, sino también, y fundamentalmente, desarrollar un pensamiento crítico en torno a la salud como proceso social determinado política, cultural, histórica y económicamente, y, por tanto, atravesado por intereses de múltiples actores sociales.
Todo este proceso desencadenó en un arduo –y satisfactorio- ejercicio de deconstrucción de saberes y prácticas previos que exigió modificar considerablemente el proyecto de tesis doctoral propuesto al iniciar la carrera. No obstante, creo -o estoy segura- que ningún recorrido es valioso sino transforma algo en/de nosotros/as.
Finalmente, nada de todo lo relatado hubiera sucedido sin el apoyo económico de becas como las otorgadas por la SECYT-UNC, la Red de Macro Universidades de América Latina y El Caribe y, principalmente, el CONICET que, a partir de una política de Estado, nos impulsa a construir conocimiento que responda a las necesidades sociales, aunque esto, lamentablemente, esté sujeto a condicionamientos políticos, económicos, sociales, culturales, personales, etc.